Hazte lapón daban al fin señales de vida antes del verano de 2015 con “Hushpuppy“, primer single de su segundo disco, con el que anunciaban además su fichaje por El Genio Equivocado (tema además que venía acompañado de un gran videoclip). Después vendrían tres adelantos más, “Cómo funciona un corazón“, “Odiar” y últimamente “Tanatorios“, este último con otro excelente videoclip a cargo de Murciano Total. Todos estos temas fueron recibidos con críticas muy positivas, pues eran cuatro excelentes muestras de lo que escondía este nuevo álbum lapón. Pero es que “No son tu marido” contenía otras tantas perlas sin descubrir, creando un conjunto de canciones que algunos se aventuran ya a catalogarlas como de lo mejorcito que va a deparar este 2015. Y no, no es que lo digamos nosotros en un alarde de ensalzar por ensalzar, es que la unanimidad respecto a considerar este LP como un gran disco por parte de público y crítica está sobrepasando ya lo esperable. No paran de caer los elogios hacia este segundo LP, incluso entre aquellos que mostraron más bien indiferencia ante su anterior “Bromas privadas en lugares públicos” (Discos del Rollo, 2013).
Efectivamente,su disco de debut, ‘Bromas privadas en lugares públicos’ presentó un pop de guitarras que apuntaba en muchas direcciones, pero al que lastraba cierto amateurismo. ‘El traje del emperador’ (Discos de Kirlian, 2014), el EP grabado junto a David Rodríguez, supuso un reconocido salto cualitativo y generó una expectativa. Ahora Hazte lapón consiguen con “No son tu marido” la confirmación de que algo grande se estaba cociendo.
Grabado en Estudios La Reserva (Madrid), con David Acero al mando técnico y con el grupo (Lolo y Saray, acompañados de Jesús Rodríguez, David Ripoll, David G. Míguez y Omar Razzak) a cargo de la composición, arreglos, y compartiendo tareas de producción. El disco da un paso adelante en el eclecticismo sonoro y el humor agudo y melancólico, que son las constantes laponas.
El título (un guiño a Raymond Carver) sirve para condensar un conjunto de observaciones cotidianas, declaraciones de amor, conflictos de pareja y reflexiones políticas. También sirve para recordar que las canciones no son el autor, y que siempre hay un recurso de ficción, que permite jugar con la realidad y arrancarle una dosis humor.
El sonido, como en otras ocasiones, se adapta a cada relato y cambia con cada canción. Aúna así las distintas influencias, que van desde Smog a Franco Battiato, desde Talking Heads a Vainica doble. La producción, rica en matices e instrumentación (casi toda, tocada por la propia banda) brilla gracias el cuidadoso trabajo de mezcla de Cristian Pallejà y Ferrán Resines, que encuentran el sitio para las canciones más desnudas, igual que para aquellas con un tupido muro de sonido. El master de Víctor García, de Mastering Ultramarinos, acaba de dar la contundencia necesaria al conjunto.