El último álbum de Cómo Vivir en el Campo emerge en 2023, impulsado por una necesidad física y artística, como lo relata Pedro Arranz, mente creativa detrás del proyecto. En un relato personal, Arranz comparte la evolución de su música y cómo llegó a concebir Yiyi, un álbum que representa un cambio audaz en su estilo musical: “Llevaba varios años dándole vueltas a la idea de un disco en el que casi desaparecieran las guitarras eléctricas en favor de las acústicas y donde las baterías tuvieran otra presencia, mucho más transparente y suave; al ponerme a trabajar en las canciones que acabarían formando parte de Yiyi fue cuando empecé a verlo por fin claro.”
Arranz es consciente que es arriesgado presentarse en 2023 con una obra así: no es pop de festival, ni hay estribillos arriba ni gruesas bases rítmicas que nos recuerden que hay que bailar sí o sí, y las letras no son consignas que haya que gritarle al cielo, sino más bien poemas en los que buscarse un acomodo. Así, el conjunto de la música resultante tiene un poso más bien contemplativo, pausado, como la misma imagen que ilustra la portada.
Los textos, como comenta la banda, “hablan de lo que hablan siempre las canciones: amor, amistad, familia, muerte, mierdas futuras, presentes, pasadas, demonios interiores, hartazgo, esperanza, amor propio, lugares que ya no están o que ya no son. El mensaje, más claro o menos claro, será importante, como también lo es que cada uno lo interprete y haga de él lo que mejor le parezca”. Un sin fin de influencias literarias y artísticas se entrelazan en este particular tapiz, encontrando ecos de voces como las de Nicanor Parra, Galdós, Roland Barthes, Luis Chaves, Lalo Barrubia, Víctor Coyote u Orson Welles.
El resultado es una colección de canciones brillantes que la propia banda define como “un disco para escucharse, significando esto -una ambiciosa aspiración, sin duda- lo que quiera que signifique, dentro de lo estúpido y redundante del concepto”. Prosigue Pedro: “siendo uno de esas personas que mantienen la costumbre de escucharse los discos enteros (hoy en día es casi una extravagancia), a la hora de componer las músicas para un álbum, al final me guía también esa idea de crear un conjunto de canciones con un hilo que dé forma a ese pequeño viaje que son los 30 y pocos minutos de duración de un LP”, comenta Arranz.
Yiyi es uno de esos álbumes que no te sobresaltan, que se dejan escuchar, se dejan querer y te acompañan. Canciones de voz y piano, o acompañadas de un contrabajo, o de un chasquido de dedos nada más, instrumentales que más que canciones son pasajes, como pequeñas bandas sonoras. Sobre el cambio de registro, Pedro afirma que Yiyi ha sido como un reto: “Será la edad, al final lo acabé sacando adelante. Acostumbrado a meter docenas de pistas en cada grabación, uno de los puntos de partida de este disco era demostrarme -porque también era un reto- que podía escribir canciones partiendo de lo más básico, sin que el resultado dejara de sonar a CVEEC. Siempre he admirado esas discografías en las que, tras recorrerlas, has escuchado a la banda sonando en montones de registros diferentes.”
Un montón de músicos amigos han colaborado en el disco, aportando su talento y su clase: Javier Vacas (Vacazul, Sex Museum, Los Coronas, Corizonas…), Javier “Skunk” Gómez (Depedro, SuperSkunk, Vacazul, Sweet Vandals…), Costanzo Laini (Bob Sands, Ogun Afrobeat, Black Market…), Basilio Martí (Antonio Vega, Mercedes Ferrer, Miguel Ríos…), Andrea Buenavista, Begoña Casado, César Pérez Escanciano, Antón Suárez…
En una desviación de los procesos habituales de producción de CVEEC, la mezcla estuvo a cargo de Miguel López Breñas, bajista del grupo. Las pistas se grabaron en Sonic Boom y en el estudio personal de Arranz.